Bolaño y el cine
Bolaño vio mucho cine y escribió poemas sobre cine y al salir de cine. Una práctica que podemos ver en sus agendas y diarios. Un ritual que aun algunos conservamos.
Bolaño vio mucho cine y escribió poemas sobre cine y al salir de cine. Una práctica que podemos ver en sus agendas y diarios. Un ritual que aun algunos conservamos. Y veía cine, en cines de barrio en Chile y luego en México, -como existían en Colombia, en Bogotá también. En cada barrio, había un cine. Se tiene la idea de que el cine ahora es un cine de múltiplex, de centro comercial. Pero no. Aquí a la vuelta de mi estudio, donde yo vivo nuevamente, acá, en el barrio La Macarena está el teatro Embajador, un múltiplex, pero esa calle, la calle 24 fue la calle de los cines hasta los años noventa. Estaba el Terraza Pasteur, Calle Real, los cinemas. Y El Embajador era un teatro inmenso, de los grandes teatros que venían del art deco, algunos de los años 30, los años 40 y los años 50. Bolaño vio cine en teatros así en el DF. Y el cine de barrio consistía en que se pasaban películas muy populares, muchas de ellas mexicanas de la época dorada del cine mexicano. En especial, el cine de las Rumberas (así como hay cine policiaco, psicológico, etc). Es una subcategoría. ¿Por qué las Rumberas? Porque siempre había canto y baile, sobre todo de mambo. Mezclado con comedia, de allí la mención a Tin Tan, Resortes y Calambres en la obra de Bolaño. Esa fue la adolescencia de Roberto Bolaño a través de la lectura de poesía de la lectura, literatura, escribir poesía y de ver mucho cine en el cine de barrio. En muchos poemas, Bolaño, recuerda sus personajes, recuerda sus años, recuerda la experiencia de los cines de barrio o de los cineclubes. Dos de los más destacados giran en torno a dos cómicos del cine de las rumberas:
Homenaje a Tin Tan
Cuando hayamos muerto y nuestros gusanos sean como Tin Tan,
Resortes y Calambres en la película extendida como una manta
sobre la Ciudad de México y las lavanderas cuneiformes y los
gangsters cuneiformes se persignen en el altar de nuestra
cinematografía, ¡Tin Tan, Resortes y Calambres en el Estudio
Churubusco de nuestros corazones rotos! ¿lo recuerdas?
¿puedes recordarlo todavía?
Tin Tan, Resortes y Calambres
En el final feliz
Buscándose la vida
Y no olvidemos
Ingratos
A Mantequilla
O al amigo de Tin Tan
Marcelo creo que se llamaba
Ni doña Sara García” 381
Homenaje a Resortes
Rostro doloroso, escéptico, apaleado, trasnochado, rostro
sumergido en el bote de orines de las pesadillas, amargo e imbécil,
duro como el pellejo de las ratas de Chapultepec, vanidoso
y triste, rostro en las lindes del cero, metálico por dentro,
lleno de ecos propicios a la risa, a su risa, a sus muecas
gratuitas y secretas, rostro de los barrios aéreos de México,
el rostro de Resortes
¿Te acuerdas de Resortes?
El perfecto ciudadano
Del Distrito Federal
Sus muecas atroces
Su risa atroz
Iluminan el camino de mis sueños
Cuando regreso a México
Paso a paso
Siguiendo las huellas torcidas
De las estrellas” 380
En estos dos poemas escuchamos las huellas, los recuerdos, los dolores, la ensoñación traumática de la primera juventud de Bolaño y de su primer exilio que dan vueltas por la cabeza de sus personajes en las novelas por venir. El cine se entre-cuela, paso a paso, en las derivas del tiempo dislocado. Es una especie de alucinación que luego encontraremos en películas como Bardo de Iñarritu.
Otro de los poemas de Bolaño con respecto al cine y a sus exilios se llama Providence. Es un poema muy críptico, dialoga con la bruma del golpe de estado de Pinochet y la película de Alain Resnais, sobre ese in-suceso que cumple ahora 50 años.
“Según Alain Resnais
hacia el final de su vida
Lovecraft fue vigilante nocturno
de un cine en Providence.
Pálido, sosteniendo un cigarrillo
entre los labios, con un metro
setenta y cinco de estatura
leo esto en la noche del camping
«Estrella de Mar». 35
Resnais, recordado por películas como “El año pasado en Marienbad”. Providence, como hemos dicho, está inspirada en el golpe de Estado de Pinochet en el 73 que marcó no solamente a Chile sino a toda América Latina. En ese año inicia su exilio Bolaño. Es una película psicodélica, experimental, de disociación del tiempo y del espacio. Un joven Bolaño tiene 25 años cuando sale la película, como él mismo lo cuenta. Nuestro poeta ya ha perdido un país, pero ganado un sueño. Ese sueño inicialmente era hacer la revolución, como tantos otros de su generación, pero poco a poco ese sueño se convirtió en una pesadilla desde el punto vista político y se fue prolongando como un sueño y como una pesadilla del punto de vista literario. Providence está emparentada secretamente con Mulholland Drive, no tienen estructuras lineales. No solamente eso, sino que es una polifonía de historias simultáneas donde no se puede saber quién es el contador de la historia, quién sueña o quién es soñado. Esa experiencia de la dislocación aparece, por ejemplo en Cortázar en La continuidad de los parques, una sensación muy proustiana también: podemos estar en un espacio, pero ese espacio nos puede transportar a otros. Mentalmente, simbólicamente vamos del pasado al futuro como entre vitrales. ¿Cómo enfrentarnos a lo que nos desorienta, de nuestro pasado, de nuestros recuerdos, de nuestras heridas, de nuestros dolores, de nuestros traumas? En Providence todo gira en torno a los efectos del golpe de Estado de Pinochet. Pero eso no es explícito en la película. Cuando vi esa película hace muchos años y después cuando la volví a ver, en primer lugar no sabía que Providence es un barrio de Santiago de Chile, no sabía tampoco que la película era sobre los tres primeros años de la dictadura. No es una película histórica, ni narrativa, no hay un contexto, ni una voz en off ni nada. Es una serie de personajes, entre ellos el protagonista, el magnífico actor Dirk Bogarde, (el mismo actor de Muerte en Venecia y de The Servant) envueltos en disputas agonistas, en un mundo en descomposición. La película está jugando con cómo fue destrozada la vida en Santiago, como lo pueden ver en muchos documentales de Patricio Guzmán y películas de Raúl Ruiz, -el gran director chileno en el exilio. En la música chilena por supuesto, en toda la música de protesta chilena de Víctor Jara, de Violeta Parra por supuesto, y en la poesía, ante todo en la mucha poesía chilena de la dictadura. Hay muchos poetas exiliados chilenos, como Enrique Lihn, muchos combativos de diferentes maneras, como Nicanor Parra, como Raúl Zurita, Pedro Lemebel, etcétera. Providence es una película bolañiana antes de tiempo, en el sentido de esta dislocación del tiempo y el espacio. Eso es lo que ocurre en Los detectives salvajes. La segunda parte de la novela es una bifurcación de Tiempo/Espacio de casi todos los personajes, salvo dos: Amadeo Salvatierra, el único que está en el mismo tiempo y en el mismo espacio. Y el otro se llama Joaquín Font, quien está en diferentes asilos psiquiátricos y es el único que tiene una relación diferente con el tiempo y el espacio. De resto, todos van viviendo su vida a lo largo de más de 20 años. ¿Van cambiando o van dejando la poesía, van dejando el arte, van dejando la revolución, la política? Escalas, sueños, utopías y ya, por decirlo de manera muy cruda, muy, muy brutal, pero en parte es lo que ocurre en la segunda parte de Los detectives salvajes y después el lector, cuando llega la tercera parte se reencuentra con lo que estaba pasando en la primera parte. Entonces es un ejercicio de rebobinar, de retroceder permanentemente, de flash forward. Son técnicas cinematográficas que se usan mucho en la literatura desde los años de John dos Passos, Manhattan Transfer. Pero, volvamos al poema. Hay un juego muy propio de la poesía y sobre todo de antipoesía: el juego con la primera persona, con la segunda persona como se nombra el poeta. Hay una especie de mutación, una especie de metamorfosis. ¿Y ese camping estrella del mar? Se hizo muy famoso porque Bolaño lo menciona mucho en sus poemas, en sus novelas, en sus cuentos.
En Providence se trata de los juegos de dislocación de nuestras percepciones. Estamos viendo una mujer y estamos escuchando la voz de otro personaje. Ese tipo de alteraciones es lo que caracteriza la obra de Bolaño y es lo que le interesaba de directores como Stanley Kubrick, como Godard, Pasolini y Antonioni que juegan con estos pequeños detalles que a veces incluso pueden ser muy pequeños, pero tienen un efecto muy grande en el espectador.
Los poemas de Bolaño sobre sus libros, terminan llegando al cine. Hablamos de esa experiencia entonces de terminar la película y quedarse 1 ahí como buen cinéfilo, si 1 es un cinéfilo de raíz, así pues raizal, como diríamos ahora, 1 se queda hasta que terminan todos los créditos…
El autor
Alberto Bejarano
Poeta, dramaturgo y radio-aficionado
Bolaño, ferviente cinéfilo, incorpora el cine en su vida y poesía, rememorando los cines de barrio en La Macarena y las películas mexicanas de Rumberas. Sus poemas reflejan la nostalgia de su juventud y primer exilio, entrelazando la experiencia cinematográfica con las obsesiones futuras de sus novelas. En «Providence,» dialoga de manera críptica con el golpe de Pinochet y la película de Resnais, empleando juegos de primera persona y alteraciones perceptivas que reflejan la influencia cinematográfica en su poesía, fusionando realidad y sueño, al estilo de directores como Kubrick y Godard.