Escafandra. Crónicas del desasosiegoVoz y verbo

Cuatro poemas de Rusvelt Nivia Castellanos

Cuatro poemas
de Rusvelt Nivia Castellanos

Rusvelt Nivia Castellanos (Ibagué, 1986)

Vacío apológico del vientre humano en la decadencia.

EN LA PESADILLA
La gente se confunde;
sus ojos se rayan, la demencia
los extravía en la borrasca,
el desaliento los envuelve.
Ellos van repletos de desidia;
sus soles se quiebran, la cólera
los empuja hacia el descontrol,
el vicio los comprime.
La muchedumbre se asfixia;
sus venas se dañan, la oquedad
los absorbe en la quietud,
el desespero los enfría.
Desunidos andan sin naturalidad;
sus halos se estallan, la apatía
los deja en la amargura,
el fracaso los consuma.

 

MUERTO EN VIDA
Un prisionero está ojeroso y
la soledad lo acaba, ella
arranca sus posibles destinos,
le apaga la vela del soñar.
Yace él contra su fuerza reprimido,
se sabe entre rejas, entre cadenas,
respira, pero no existe para nadie.
A solas, se va ahogando en el olvido,
constreñido bajo su desasosiego,
ve correr el deterioro de su vejez.
Menos el silencio ni lo salva,
hasta el extremo alcanza a vedarlo,
ser un preso rescinde su existencia,
tanto que termina por agujerarle la mente.

 

DE CONDICIÓN DRAMÁTICA
Te quiebras por pedazos; solitario,
flaqueas ante los remolinos,
tus corajes se vencen, porque la
tribulación supones espeluznante.
Desigual,
pierdes la estabilidad del ánimo,
compenetrando ofensas,
te consumes en absortas decepciones,
reteniendo malestares,
yerras hacia lo inconsciente,
por lo desorientado.
Te desplomas sin estar muerto; pávido,
prefieres empeorarte escondido,
tus pretensiones se descuelgan, porque
ya te abismas mareado.

 

GRAN CAOS
El barrio se halla grisáceo; los
moradores allá habitan como sonámbulos,
juntos suelen trabarse mucho hacia la decrepitud.
Yerran ellos en medio de bloques de cemento.
La quietud del día los envuelve en sopor;
así que se entregan a la inanición descarada y
pasa una brisa de hojas secas como si nada.
Las casas iguales perduran desvencijadas,
casi en su totalidad con las ventanas rotas,
entre adentros los jóvenes existen mareados.
A decepción las familias son dispares,
los introvertidos cogen hacia el encierro,
las madres eligen la sala para ver repeticiones.
Esta comunidad a destanto tropieza; ella
desviada se enreda en sus propias telarañas,
quedando varada por lo demasiado que ignora.
Disminuida a rastras lleva virus su gente.
Es el querer estar siempre anémicos y
lo peor viene a ser que esto corrompe, hasta
el pánico que llegamos a reproducirnos con liviandad.

 

El autor

Rusvelt Nivia Castellanos

Rusvelt Nivia Castellanos​

Comunicador social y periodista

Rusvelt Nivia Castellanos​

Comunicador social y periodista

Saber más del autor

Déjanos tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos: El responsable del proceso es Revista Sinestesia. Tus datos serán tratados para gestionar y moderar tus comentarios. La legitimación del tratamiento es por consentimiento del interesado. Tus datos serán tratados por Automattic Inc., EEUU para filtrar el spam. Tienes derecho a acceder, rectificar y cancelar los datos, así como otros derechos, como se explica en la política de privacidad.

Mastodon
Sinestesia 17 Sinestesia 16 Sinestesia 15 Sinestesia 14 Sinestesia 13