De muerte lenta
La perdida del ser amado, la impotencia y la locura, la realidad circular que no se quiebra.
—Ay, ay, ay
— ¿Que le pasó compadre?
— Es que está lloviendo ¡muy duro! Ay.
— ¿Y eso le da miedo?
— No compadre, mi chinito, mi chinito que se debe estar mojando.
— Ay compadre, tranquilo que él está bien, ¿si se acuerda cuando se enfrentó con la rectora del colegio y casi lo echan?, ese chino era verriondo.
— Ay compadre, él siempre decía que escribiría como Martí, que cantaría como Silvio Rodríguez, que tendría una mujer como Flora Tristán y que sería recordado como Gaitán.
— Bueno, dejarlo, allá en su cielo rojito está feliz por su lucha.
— No compadre, que diablos dice, él se debe estar mojando mientras muchos se burlan de su lucha, ay, ay
–suena un relámpago–
— No compadre, ya nadie se burla de la lucha, se agitan con el dolor del pueblo, se organizan por vencer y llegar a la victoria.
— Si compadre, como el elegido, como el Che
— Eso compadre, su hijo es otro elegido, allá con Dios….
— Que no compadre, cual Dios, mi hijo esta allá mojándose, Camilo Torres le invitó un café, anoche me lo dijo, le habló del amor, le dijo que el amor no debería ser una palabra vacía y repetida, sino el motor de la lucha.
— Ah ¿si lo ha venido a visitar ese verriondo?
— Claro compadre, una que otra noche, pero preciso hoy se fue y está que llueve.
— No se preocupe, que él va a estar bien.
— Más que la lluvia me da miedo que me lo maten, es lo único que tengo compadre.
— Tranquilo compadre, pueblo no mata pueblo, además, si el muere, lo va a cuidar mucho, el daba la vida por usted ¿si se acuerda como se le ponía a su jefe cuando no le pagaba a tiempo?, ese muchacho tiene perfil de revolucionario, si muere, va a morir firme ante la tempestad, contra viento y marea su alma con usted va a estar, compadre.
— No no, si se muere me muero yo.
— No diga eso compadre, no ve que la misión de los que en medio de la oscura noche sufrimos pero vivimos es transmitir y hacer transmutar las ideas y la lucha de los que murieron en manos de esos demonios que dicen ser pueblo, pero no son más que enemigos con las manos llenas de sangre y sin corazón, sin alma, incluso sin consciencia, matar por diversión, matar en nombre de una institución, eso es sádico, terrible. Por eso no hay que desfallecer, los que mueren merecen ser recordados. Si recordamos a Jaime Garzón, también vamos a recordar a esos muchachos que salen, pelean y no vuelven a sus casas.
— Usted tiene razón, tiene que venir a darle esa charla a mi hijo, yo creo que el viene mañana.
— Claro que sí, usted sabe que yo siempre estoy para usted…. Para ustedes.
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— Ay Mireyita, como me parte el corazón ir a visitar a mi compadre
— ¿Cómo sigue? ¿Qué le dijo?
— Mi compadre no supera la muerte del hijo Mireyita, ¿si se acuerda como se puso la noche que le dijeron que unos paracos le mataron al chino?, no, es que me acuerdo y se me eriza la piel. ¡Mátenme! ¡Mátenme! Decía, ya se murió mi mujer, ¿por qué ahora Dios se lleva a mi hijo? Ya no aguanto más.
— ¿Y todavía sigue diciendo eso? ¿Quiere que lo maten?
— No mija, ahora se le está fundiendo la cabeza, hoy me salió con que el chino lo visito anoche, y que no sé dónde está y que con la lluvia de hoy se iba a mojar, ¿yo con que cara le hago entender que el chino está muerto?, cuando le insinuaba que él ya estaba en el cielo, él no las creía, mi compadre vive bajo el engaño de que su hijo va a volver, yo no puedo dejarlo solo. Pobre viejo, tras de viejo, enfermo, y solo.
— ¿No le da miedo que su compadre en cualquier momento se muera por la desolación?
— Mi compadre mentalmente murió el día que mataron al muchacho, y a mí me mata verlo así, y no poder hacer nada.
— La vida ¿no?
— Berraco vivir para sufrir, berraco. La vida es efímera pero el dolor es inmarcesible.
La autora
Dayana Urquiza
Estudiante de licenciatura en humanidades y lengua castellana