Sonidos inefablesVoz y verbo

Recuerdo de la Machi Ulkantufe: La creación de los instrumentos musicales Mapuche.

Recuerdo de la machi Ulkantufe:
la creación de los instrumentos musicales mapuche

Sebastián Alvarado Martínez*

 


——–«¡O,oo,ooo,oom!», dicen que fue el largo sonido que entonó, en los lelfunmapu1, cuatro veces la vieja machi Ulkantufe. Recordando el epeu2 que dio origen a su canto, antes del nacimiento de los abuelos de los abuelos de los abuelos mapuches. En medio de ese bosque siempre verde, oscuro, húmedo, denso e impenetrable; lleno de animales, plantas, árboles y ríos; la machi, acompañada del «tum-tum», sonido del kultrún; del muy agudo «ñiaquí ñiaquí», del ñolkín; del misterioso «paupau», del paupewen; y de un apacible «fuufufuu», del pilfílka, cantó una alabanza a Nguenechén pidiéndole enviar el mensaje a través de los instrumentos. Fue entonces cuando empezó a recordar, y en ese momento dijo:


De la creación del Kultrún

——–«“¡Yaooo, Yaooo!”, (sonó este tamborcillo dos veces con dos golpes cada una). Cuando solo se oían como cantos los chillones, profundos, aislados, fuertes y calmados aullidos animales y algunos sonidos heredados de los paisanos de Pitrén y Vergel4, los mapuches y pewenches fueron intimidados por una guerra que pareció ser el fin para todos ellos. Esta fue la pelea de la serpiente de Trentrén y la serpiente Caicai. Dicen que esta gran pelea pareció ser presagiada por las aguas que los invadían y que hacían crecer los lagos, pues solo hubo una oportunidad para salvarse los que pudieran.


——–»Esas avalanchas que provocaba Caicaifilu abanicando su cola asustaban a los mapuches y generaban en ellos sentimientos de angustia. Como esto pasaba tan seguido, Trentrén se enfureció con Caicai y le pidió que parara, pero ella seguía revolcando el agua y levantándola tanto que la gente, llevando (las mujeres en su cabeza) las canastas con papa y choclo y herramientas de guerra (los hombres), junto con los animales, empezaron todos a correr hacia la montaña del Trentrén para no morir. Recordaban el mandato de Nguenechén, quien les había dicho que tenían que subir a la cima de la montaña cuando Caicai empezara a revolcarse para levantar el agua. Entre ellos, un hombre a quien conocían como Quepulikán5, que había recibido y comprendido el mensaje de Nguenechén, sabía ya que él también debía correr hacia la cima, pero debía  llevar un objeto diferente al que todos llevaban.


——–»Quepulikán debía acudir a la machi del bosque para saber qué era lo que él debía llevar. Entonces, en medio de los inmensos temblores provocados por la pelea de Trentrén y Caicaifilu, emprendió su búsqueda y la encontró en un viejo toldo. Ella le ayudo con lo que tenía que guiarle porque Nguenechén le había enviado un mensaje con una encomienda a ella también. La machi transmitió a Quepulikán el conocimiento que Nguenechén le había dado para crear lo que sería un tesoro mapuche, por lo tanto, le dio a conocer todo el proceso de creación. Así, Quepulikán tomó un trozo de madera de canelo y, con una especie de marchigüe, empezó a darle la forma de una vasija grande. La machi le dio un trozo circular de cuero que había guardado para él y este empezó a amarrarlo a la vasija para dejarlo tenso y tomo un palo de madera para golpearlo a modo de tambor. Así fue como se creó el kultrún. Finalmente, ella le dijo a Quepulikán que este era redondo por la superficie de la tierra, que representaba el conocimiento del mundo y sus dibujos simbolizaban a la Luna, el Sol y las estrellas. Él tenía que llevarlo hasta la cima de la montaña y, en la pelea, cada vez que Trentrén gritara “¡Trentrentrentren!”, él debía dar dos golpes al cuero del kultrún; y si Caicai gritaba “¡Caicaicaicai!”, él no debía tocar el tambor.


——–»Viéndose acorralados por las aguas de Caicai, Quepulikán trato de apresurarse hacia la montaña junto con la machi, pero ella, en un desdichado intento, murió alcanzada por las aguas de Caicaifilu. Él, con un profundo dolor, tuvo que correr para salvar a otros mapuches con ayuda del kultrún, pues, de lo contrario, Caicai vencería fácilmente a Trentrén y todos los mapuches se convertirían en peces. Ya en la montaña, toda la gente con sombrero de palo corría desesperadamente, entonces Trentrén gritó: “¡Trentrentrentren!”, y el tum-tum del kultrún que llevaba Quepulikán sonó como un eco retumbante y la montaña crecía.


——–»Cuanto más crecía la montaña, más calor había y ese calor oscurecía la piel de todos los mapuches. Quepulikán, exhausto ya de correr, pedía a Nguenechén enviar el mensaje a través del instrumento que llevaba y luego de otro grito: “¡Trentrentrentren!”, este hizo sonar con dos golpes el kultrún. Entonces Trentrén dio un fuerte golpe a Caicaifilu, como ya estaban tan alto, ella cayó, como disparada, al fondo del lago y murió. Así, los mapuches y pewenches agradecieron a Trentrén y a sus dioses y conservaron el kultrún como una ofrenda con la que podían cantarles y alabarles».



De la creación del Ñolkín6

——–«Ñiaquíñiaquí», sonó el ñolkín y luego el kultrún. «Ñiaquí, tum-tum, ñiaquí, tum-tum». Después, la machi Ulkantufe hizo sonar un tubo de madera con semillas adentro de tal manera que parecía el sonido de la lluvia y cantó esto recordando la naturaleza de los mapuches: «Mapuche cumlanvlkantun, cumlan mapuche7». Después hizo resonar dos veces más el kultrún (pareció tener dolor en su mano derecha, la cual tenía quemada debido a un ataque de los winkas) y empezó a relatar:


——–«Hace mucho tiempo, cuando vivían los abuelos de los mapuche y nadie más, en las tierras Williche8, se celebraba la ceremonia lepun, que consiste en la limpieza del sitio sagrado. En ella se oían por todos lados cómo con palos golpeaban los troncos y las cuatro banderas azules rodeaban ese sitio sagrado donde se hacía alguna ofrenda a Nguenechén. Retumbaban por todos lados esos palos golpeando los troncos y tambores, el galopar de algunos animales y los fuertes gritos de los mapuches en forma de agradecimiento.


——–»Finalizando el ritual, un cazador y una recolectora mapuches salieron de allí para ir a traer algo de alimento. Entonces se dirigían a las faldas de la cordillera, en donde habían zonas de afloramiento bastante fructíferas y por allá, hacia el norte, oyeron un fuerte sonido que les puso la piel como los cabellos de la vicuña. Sabían que no eran las guerras de agua que mandaba Caicai contra ellos, porque estas siempre se avecinaban por donde se oculta el sol y, también, porque ese no era el sonido de las aguas furiosas. Era más como un rugido fuerte que hacía temblar el suelo. Creyeron que podían ser los winkas, así que corrieron rápido a esconderse detrás de alguno de los alerces que habían por allí.


——–»Después, cuando había pasado el terrible sonido, uno de ellos, a quien llamaban Kalwarengo, vio que detrás de él no había nadie, así que buscó en otros árboles y no encontró a la mujer mapuche que iba a su lado. Kalwarengo gritaba muy fuerte por todos lados llamando a su lamgen9, pero esta no respondió y, como mapuche guerrero que se le conocía, decidió caminar hacia el lugar de donde creía que venía ese sonido que hizo que su compañera y él se separaran.


——–»Después de haber caminado bastante por la cordillera y de haberle cantado a Ñuque Mapu10 para que lo guiara por sus tierras, que eran las tierras que habitaban los mapuche, escuchó muy suavemente un sonido que al parecer estaba cerca, pero a veces era tan ligero que Kalwarengo se detuvo para poder saber de dónde venía. Él sintió como si la cordillera se moviera otra vez. El esplendor de los arboles verdes, muy verdes, que veía a su lado pareció guiarle hacia esa zona donde nacían muchos más, pero no eran alerces ni canelos, eran ñolkines. Allí, en medio de estos delgados y abundantes árboles, estaba su lamgen mapuche que hacía un ruido con la ayuda de un pequeño tallo de estos árboles que los rodeaban y de un cuerno de vacuno. Kalwarengo se acercó y ella se detuvo. Él le pregunto acerca de esto y ella contestó: “este es el ñolkín. Nguenechén me ofreció kimvn y newen11 para hacerlo, y su sonido es el mensaje que nos dan los dioses, es el llamado de Nguenechén y Ñuque Mapu”.


——–»Kalwarengo y su compañera mapuche pudieron volver a los toldos y llevaron el ñolkín. Lo entregaron a la conocida machi de allí, pues así le ordenó Nguenechén a la mujer, que por primera vez hizo ese suave “niaquiniaquiquiquí”, sonido del ñolkín, señal de ritual y curación de las malezas. Así fue la creación del ñolkín y los mapuches lo conservaron para cantarle a los dioses y curar el cuerpo».



De la creación del Paupewen

——–«Pauupaupauu», sonó el paupewen, luego un silencio desgarrador invadió ese bosque y los mapuches que acompañaban con su música a la machi Ulkantufe no hacían más que oír a  los animales que a lo lejos parecían provocarse. —Tum-tum romance, el sonido del paupewen es romance —dijo la Machi—, tum-tum —y tocó el kultrún. Luego dio inicio al canto que cuenta la historia del paupewen, para ello, toco rápidamente el kultrún así: «tutúmtutúmtutúm». Entonces cantó:


——–Toda la tierra es una sola alma,
somos partes de ella.

——–No podrán morir nuestras almas,
cambiar sí que pueden.

——–Pero no apagarse,
una sola alma somos,
como hay un solo mundo
12.


——–Y dijo: «Dicen que hace muchos años los abuelos de los abuelos mapuches, en tierras pinkunches, cantaban este romance para cantar a Ñuque Mapu. Regaban cebada de mate al suelo para dársela como ofrenda, pero cada vez que lo hacían y no cantaban, la diosa se ponía furiosa y hacía temblar tanto que los mapuches de estas tierras se asustaban y pedían a Nguenechén que los salvara de tal situación. Como ellos eran agricultores, pero también se dedicaban al trabajo de algunos metales, un viejo de allí al que llamaban Colocolo, que habitaba cerca al río Aconcagua, y al que le consultaban los problemas en los trabajos de agricultura y de metales, vio que sus dioses no estaban muy contentos con ellos porque no podían hacer ofrendas a Ñuque Mapu.


——–»Este viejo mapuche, dicen, un día dijo que haría un viaje al sur y que regresaría pronto. Todos se preocuparon al no tenerlo. Pasó mucho tiempo y la gente de las tierras pikunches ya no lo veían; pasó tanto tiempo que, incluso, pocos se acordaban de Colocolo y ya no lo creían el viejo sabio mapuche. Un día, cuando aquellos mapuches se disponían a hacer un canto de agradecimiento, tiraron la cebada de mate al suelo y unos pocos cantaron. Entonces la tierra empezó a crujir y todos se asustaron hasta que un largo sonido, como un “pauuupauuu”, hizo que el suelo ya no temblara y los mapuches quedaron sorprendidos.


——–»Luego de esto, vieron a un viejo acercarse desde los lados de uno de los ríos con un pedazo de metal en la boca y cada vez que golpeaba una de las varas de metal, que tenía ese raro objeto, sonaba “paupau”. Cuando este mapuche llegó hasta donde estaban los demás, dijo qué era lo que tenía. Dijo así: “este es el paupewen y será el que acompañe a los mapuches en sus rogativas y romanceadas”. Todos entendieron el mensaje y pudieron hacer el ritual de agradecimiento a la tierra. Así fue que llego, como mensaje de los dioses, a los mapuches este instrumento. Lástima que nunca supieron que él era Colocolo, pues ya no se acordaban de su rostro ni de su nombre».



De la creación de la Pifílka

——–Cuando uno de los mapuches que acompañaba a la machi Ulkantufe se disponía a hacer sonar la pifílka, uno de los kuku13 de la machi, que era muy pequeño, rompió en un llanto inconsolable debido a la mordida de un pequeño y extraño animal. Así que ella usó el líquido espeso de la planta ñolkín para sanarle la herida al kuku. Lo sentó en el centro de todos ellos y le dijo:


——–«Cálmate, kuku, que la herida va a sanar. Cantemos a Nguenechen, pues la historia de la pifilka voy a contar. «Tu tum-tum, tu tum-tum, fuufuufufuu», (sonó el kultrún y luego la pifílka). Hace muchos años cuando vivieron los abuelos de los abuelos mapuches, en las tierras lafkenches, se anunciaba el matrimonio de un conocido líder de estas tierras, llamado Leftraro. Él se casaría con la más bella dama, que tenía la voz casi como la del zorro14.


——–»La gente de este valle alistaba el vino y los sonidos que harían de esto una gran celebración. Tanto el hombre como la mujer debían llevar una ofrenda a este ritual. Días antes, Nguenechén había enviado un mensaje a Leftraro dándole a conocer lo que debía llevarle a su Kure15. Entonces, Nguenechén le dio el conocimiento de cómo debía hacer ese objeto y Leftraro así lo hizo. Tomó un trozo de madera muy antigua y le dio una forma como de un triángulo boca abajo con dos pequeñas orejas en la parte que daba arriba. En el centro hizo un agujero para que el viento entrara y saliera, trayendo así un bello sonido.


——–»Cuando llego el día del matrimonio, Leftraro tenía preparada su ofrenda y, al momento de entregársela a la dama, se dio cuenta de que ella tenía una igual y quedo muy sorprendido. Una vieja machi que estaba frente a ellos les dijo así: “esos que tienen en sus manos son pifílkas y su sonido será la unión de ustedes, kuregen16 mapuches. Es el viento quien guiará esa armonía que sus almas representan. Tendrán que tocarlas de tal manera que los sonidos se respondan entre sí”.


——–»Dicho esto, Leftraro y su kure hicieron sonar las pifílkas y la machi les acompañaba con otros instrumentos. La celebración duro cuatro días y todos tomaron mucho vino y romancearon hasta la llegada de los winkas. Así fue como se creó la pifílka y los mapuche la conservaron como la representación de la fiesta y la unión».


——–Terminado el epeu del origen de los instrumentos mapuche, la machi y todos los mapuches agradecieron a Nguenechén, Ñuque Mapu, Antu y a Kuyeh17. Todos los instrumentos sonaban y todos los mapuches cantaban y bailaban. Fue una gran sonoridad, en la cual, por medio de los instrumentos, le iban cantando a dios:


——–Dame bienestar,
tomemos mate juntos.

——–Oh, Viejo Creador de gente;
oh, Viejo Creador.

——–Tú posees la vida,
oh, Viejo Creador Fecundo,
Viejo Creador Fecundo.

——–Tomemos mate juntos, dijo.

——–Dame comida18.


——–«Tumtúmtumtúm», suena el kultrún; «ñiaquíñiaquí», ahora, el ñolkin; «paupau», luego, el paupewen; «fuufufuu», y por último, la pifílka. Entonces la machi Ulkantufe, entre sonidos, cantos y bailes dijo: «mapuche cumlanvlkantun, cumlan mapuche. He contado la epeu que los abuelos de nuestros abuelos dejaron acerca de nuestros instrumentos, mensaje de Nguenechén. Así que canta, baila y vive para que cuando tengas, cuentes el epeu también».



NOTAS:

[1] Tierras mapuches de los valles y las cordilleras.

[2] En mapudungun: Historia, mito.

[3] Basado en el relato Trentrén y Caicai, recopilado por César Fernández en Cuentan los mapuches, 1995.

[4] Las culturas de Pitrén y Vergel fueron mucho más antiguas que los mapuches.

[5] El objetivo de poner en mapudungun nombres históricos como Quepulikán, un guerrero que lidero la resistencia contra los conquistadores españoles, tiene aquí solo un significado simbólico para homenajear e incluir al personaje-tipo del guerrero mapuche en la creación de instrumentos musicales que se usaban en gran medida para la guerra. Entonces, el Quepulikán de esta historia solo tiene, literalmente, el nombre del gran guerrero mapuche del siglo XVI. Esto se verá igualmente en otros capítulos con otros nombres históricos mapuches.

[6] Basado en el relato La cordillera se enoja, recopilado por César Fernández en Cuentan los mapuches, 1995.

[7] El significado al que alude es que todo mapuche canta y el que no lo haga, no es mapuche. Eso era lo que decía la machi Ulkantufe.

[8] Los williche son mapuches que habitan al sur de los pewenches.

[9] Hermana (en mapudungun).

[10] La Ñuke Mapu es la Madre Tierra para los mapuches, «es la Tierra en un sentido más profundo»; «es decir, no se refiere al suelo, la tierra geológica o al planeta Tierra, sino que abarca un concepto más amplio».

[11] Saber y energía (en mapudungun).

[12] Tomado del romance Toda la tierra es una sola alma, recopilado por César Fernández en Cuentan los mapuches, 1995.

[13] Así se llaman mutuamente la abuela paterna con sus nietos.

[14] En la cultura mapuche el canto del zorro es considerado el más bello canto animal.

[15] Esposa (en mapudungun).

[16] Kuregen, en mapudungun, hace alusión a ser esposos.

[17] Al Sol y a la Luna (en mapudungun).

[18] Tomado del romance Invitación a Nguenechén, recopilado por César Fernández en Cuentan los mapuches, 1995.




*Estudios Literarios

Ilustración por: Daniel Duque – Francisco Bernal

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