Cantos AbisalesVoz y verbo

La niña y el ogro

La niña y el ogro

Cristina Valdes (Argentina)

«Una idea da vueltas en mi cabeza. La percibo, sé que está ahí y no la alcanzo. Es un deseo, una necesidad. La tinta seca, página en blanco y palabras alborotadas que no encuentran su lugar»

E

Érase una vez, una niña muy bonita que vivía en un bosque perdido en los confines del mundo.

Érase una vez, una pequeña cabaña que era habitada por una preciosa niña, allí, en el bosque, en los confines del mundo.

Érase un extraño mundo que habitaba en la cabeza de una extraña muchacha.

Érase una vez, una extraña cabeza que gustaba de crear mundos extraños, con niñas bonitas, hadas y ogros.

Érase una vez un horrible ogro que irrumpió en el cuarto de la joven –y de la niña bonita-.

Érase una vez, un malvado ogro que destruyó el profundo bosque, la pequeña cabaña, las hadas, los ogros, el extraño mundo, la niña bonita.

Érase un horrible hombre que penetró a la fuerza la inocencia y la bondad de una extraña joven.

Érase una vez, un espantoso monstruo que destruyó el honor, el amor, el color, el sabor de una bonita niña.

Érase una vez, un asqueroso guerrero que destruyó el mundo más hermoso que pudiera crearse cuando destruyó la cabeza de una extraña joven, y de una niña bonita.

Érase una vez, un triste fantasma que presenció impotente tal acto de crueldad y no halló métrica para semejante dolor.

 

Eternos

Aunque sea, por efímeros momentos, fuimos eternos.
Fuimos el mar, las gaviotas, fuimos momentos,
fuimos torpe intensidad, fuimos poesía,
fuimos un cielo de nubes, de algodón de azúcar,
fuimos una lluvia de estrellas en una noche de verano.
Fuimos todo lo que los poetas escribieron,
todo cuanto aquellos grandes narraron,
Don Quijote y Dulcinea, fuimos Romeo y Julieta
bebiendo de aquel fatídico amor.
Pero decidimos morir,
morimos porque tuvimos miedo de vivir.
Morimos porque nuestro amor era de ausencias,
morimos porque la muerte es el fin lógico de quien quiso existir,
es el desenlace que le espera a un eterno devenir.
Porque nosotros, antes de rendirnos, fuimos eternos
y parte de esa eternidad es el morir.

 

¿Dónde van los versos perdidos?


Una idea da vueltas en mi cabeza. La percibo, sé que está ahí y no la alcanzo. Es un deseo, una necesidad. La tinta seca, página en blanco y palabras alborotadas que no encuentran su lugar.

NOCHE – NADA – TIEMPO – VIDA – MUERTE

¿Qué me quieren decir?

Una musa atrevida y malintencionada pretende devorar mi mente, desquiciar mis neuronas. ¿Qué no he dicho? ¿Qué queda por contar? ¿Hacia dónde me dirijo?

DESTINO – VIDA – MUERTE – NADA – QUIZÁS – TAL VEZ – JAMÁS – ¿POR QUÉ? – CUÁNDO – DÓNDE – NADA – MUERTE – JAMÁS

El poema se hace nube, la nube se desarma, el cielo la distiende, las palabras vuelan, el vuelo se hace eterno, el verso se me escapa. ¿Dónde van los versos perdidos? ¿Dónde, las letras que han muerto? ¿Dónde encuentro el azul de mi poesía?


VUELO – LIBERTAD – PAZ – DESTINO – MUERTE – NADA

Cuando ya no escapen las palabras y el verso dócil aparezca en mi memoria, quizás algo de paz anide en mi alma, quizás halle en este mundo algo de calma.

El autor

Cristina Valdes

Docente de Lengua y Literatura

Cristina Valdes

Docente de Lengua y Literatura

Saber más de la autora

1 Comentario

  1. Es muy bonito!!! ❤❤❤

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