Porque no está de más, contar un poco más
UL. Chauchat
La formulación de un libro puede resultar ser una verdadera tormenta estomacal, LITERALMENTE. Este es el caso del escritor chileno José Donoso, mientras gestaba El obsceno pájaro de la noche. Tras seis años de estar construyendo el texto, de verse envuelto en múltiples papeles sin poder darles orden, trastornado por sentirse impedido para lograr la ejecución de la historia, decide dejar Mallorca, olvidar el Pájaro e ir a Estados Unidos como profesor universitario.
Y aunque se suponía que los dolores cesarían una vez dejara de consumirse en su obra (el autor dice que su literatura está ligada a sus problemas de ulcera) el Pájaro atacó de nuevo, esta vez para que, según palabras del autor, le sacarán la mitad del estómago, luego de una operación quirúrgica. Tratado con morfina tuvo una reacción inesperada al medicamento, un episodio esquizofrénico lo invadió por más de quince días, lo que fue la salvación del Pájaro. Sorpresivamente, este episodio de entero delirio hizo que el autor retornara a Mallorca, donde lo aguardaba el papeleo de su obra a la que daría forma total, sin ningún tipo de percance, en menos de ocho meses.
La casualidad es un juego que marca de forma definitiva la narración de Rayuela, y aunque cueste creer que los encuentros fortuitos puedan llegar a ser tan caprichosos en medio del caos de la urbe como para hacer que dos desconocidos, Oliveira y la Maga se encontraran en repetidas ocasiones, la ficción nació de la realidad; la vida jugó de esta manera con Julio Cortázar Y Edith Aron. Se vieron por primera vez en 1950 cuando abordaron un barco desde Argentina con destino a Europa; luego de haber cruzado miradas sin siquiera una palabra, se encontraron al poco tiempo en una librería en París, después en un cine viendo Juana de Arco, por último se encontraron en los jardines de Luxemburgo. Ante este azar Cortázar decide invitar a Edith Aron a tomar un café.
Pasa el tiempo, contrario a Oliveira y La Maga que no se vuelven a ver una vez el personaje parte a Uruguay; Cortázar encuentra en un metro londinense a Edith, orgullosa y dolida luego de que él rechazara las traducciones que estaba haciendo de su obra al alemán. Ella ignora la invitación a salir que le hace el hombre sentado a su lado en el metro, el mismo que la hizo creer en las casualidades. En esta breve historia ya no hay más azar, la próxima noticia que llegó a Edith de Cortázar fue su lamentable muerte en 1984, fin del destino.