Fragmentos.
Espasmos de vida
Por:
Ahora somos nadie recorriendo las calles cuando el danzar del viento se hace húmedo y huele a sal.
En mis manos, la tinta diluida de la hoja envuelta en cielo, unos trozos de papel tirados al desconsuelo y un corazón húmedo palpitante en el plato. Destrozo mis sienes al descubrir el Origami en mis dedos, descubriendo pesares al saberse en fragilidad de nube, el nido destruido de mil pájaros y el ámbar carcomido en gargantilla. La paradoja mundial de llevar la naturaleza al objeto y el sol que llora a cantaros por perder a sus hijos.
La golondrina aturdida en mi ventana picotea las dulzuras del estruendo mundial, una ardilla corre por su alma como quien pierde una moneda en el andar, un ciempiés empecinado recorre las paredes de mi cordura, en búsqueda de su descansar. Ahora somos nadie recorriendo las calles cuando el danzar del viento se hace húmedo y huele a sal, minuto tras minuto, agua, sol y frío, humedad, llanto y sequía, vivimos cercanos a una infinita tempestad.
La luna me cuenta que poco puede vernos, el gris nos hace imperpetuos y ya no juega a encontrarnos en las noches, pues sombras pasan por sus cráteres al descubrirnos enfermos. No somos los hijos del sol, ahora somos criaturas abandonadas al desconsuelo fulminante de la miseria creada, los parásitos incontrolables que devoran la tierra para encontrar su azar. Esa Calaña que fumigábamos en la cocina nos da nuestro propio nombre e identidad, al querer identificarnos y encontrarnos con la boca llena a alquitrán.
La autora
Paola Andrea Duque
Profesional en estudios literarios