Palabras que ladran
Diana Carolina Torres Ávila (Colombia)
Pero si por culpa del amor la raza humana experimentó un estado de locura, dedicando su ser a otros, en vez de a sí mismos,
-¿Dónde está tu perro?
-Aquí adentro (tocándose la cabeza).
-¿Será que si existe?
-Obvio, no empieces con tus cuestionamientos,
siempre lo haces aquí en el museo.
-¿Sabes? Antes había perros que se podían
tocar con las manos.
-¿Una palabra que se tocaba con las manos?
-No, no era una palabra, era como tú o yo,
algo así como un cuerpo con palabras adentro,
me imagino.
-¿Y qué pasaba al tocarlo?
-Creo que la palabra no se quedaba solo aquí
(tocándose la cabeza).
-¿Entonces?
-Pasaba aquí (tocándose el corazón).
-Pero si una palabra pasa ahí, es muy riesgoso
para la estabilidad natural, porque llegan los
sentimientos y empezamos a necesitar, extrañar,
sería algo así como un esclavo del perro.
-Pero dicen que antes ese proceso de cabeza-corazón
se hacía simultaneo, no podían separarlos, así,
el perro se camuflaba entre los demás pensamientos
y ahí comenzaba a llenarlo todo de su presencia.
-Qué absurdo, como si la palabra misma ya no
fuera suficiente.
-Incluso el amor no era una palabra como las
que vemos en el museo.
-Pero si por culpa del amor la raza humana
experimentó un estado de locura, dedicando
su ser a otros, en vez de a sí mismos,
por culpa de esa palabrita, que de pensarla,
me da miedo que pueda invadirme y luego no
ser dueño de mí.
-¿Quieres asustarte? Ellos podían usar esa
palabra mezclada con la palabra perro.
-¿Cómo?
-A la palabra cada uno le atribuía un sentimiento
supremo y único, no era un sentir estructurado
como ahora podemos hacerlo para controlar las palabras.
-¿Tenía un sonido?
-¿Quién?
-Pues ese perro lleno de amor que me dices.
-Parece que emitía sonidos, como palabras que ladran,
sonidos sin sentido y hasta olores.
-¿Y para callarlo?
-Tenias que amarlo de la manera como el perro y
tu hayan establecido esa conexión, como un acuerdo mutuo.
-No, definitivamente es mejor una mascota silenciosa.
-Pero…
-“Amigo callado”. Mejor así también.
La autora
Diana Carolina Torres Ávila
Filóloga en Lengua Inglesa
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