Eduar Said Beltrán *
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Un sofocante 31 de agosto de 1999, el estampido de doscientas botas rompían la tranquilidad de las calles de Yolombó. Una cara encapuchada señalaba a los nuevos inquilinos de los cementerios clandestinos, y reclamaba el derecho legítimo de su credo: mata que el Estado paga. A precio irrisorio y como parque de diversiones, el gran festín comenzaba marcando a esas mujeres insumisas y exaltadas; con hierros al rojo vivo, les recordaban el olor del demonio. En aquel inmenso manicomio, Melquíades orquestó la noche más siniestra, en la sinfonía no hubo dolientes y aquel grito de socorro nadie lo escuchó.
Eduar Said Beltrán
Colombiano.
Licenciado en idioma extranjero-inglés, Universidad Minuto de Dios
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