Entre café y olivo con sabor a melocotones,
esta tarde te fuiste con candiles y brazos cautelosos
tu pilar de Valderrama te hace una oda canina de labios cortantes y te llora desde el gran exilio,
estás lentamente con fatigas crónicas de penas y noctámbulos,
entre hologramas de poesía talle tu nombre de fruto prohibido,
te fuiste una mañana calurosa entre obsidianas perlas de la vida,
los alfareros del pueblo,
ya no codician el barro de tus manos poéticas,
estás presente como la niña del mar donde tus públicos aun te escriben desde el recinto poético,
te fuiste poeta,
te bebiste el último obraje de tamil,
pero quedaran tus huesos poéticos,
en la calles de Sevilla,
estas entre escombros de luces,
esta tarde beberás el último vino añejo,
estas entre academias donde aún te presagian y te leen,
un tabaco te hace falta para apagar los fantasmas de la noche,
se de tus quejas, de tu manía y epopeyas,
de los libros a fin de mes que dejaste varados,
se de tus aventuras por España,
te perdiste entre cofradías de nombres impropios,
pero el hombre bueno no muere,
el hombre camarada acaba leyendo en la carta del pasado.

¡Camarada!
¡Ven!

Bebe esta última copa y haz que el cáliz te embriague,
en las largas noches de otoño te soñé,
como maestro profesaste una academia de letras,
entre literatos funestos escribiste la canción,
los mares te hacen oda,
los jóvenes te escriben en distintos idiomas,
álgebra de la vida
tristes versos de la vida.

¡Venid camarada!
Antonio machado
me funda esta canción de invierno.