Inferno
«Pierdo la fe en el pasado, en las primaveras sin Praga, en los obstáculos silentes, en la rudeza del rubor.»
Las almas de los muertos arden en el infierno,
tu mutis esparce hojarasca en la casa de los vivos.
Nosotros, almas ingentes, retorcemos la lujuria.
Las almas de los muertos desandan los días.
Tu imagen, perceptible ilusión, desborda anaqueles.
Nosotros, visitadores antiguos, rezamos ave marías.
Las almas de los muertos irrespetan la vida,
tu espalda exhibe rasgaduras de calaveras.
Nosotros, disidentes nihilistas, abrimos los sueños al abismo.
Tu verbo discurre entre el azufre opaco de los soles.
Pérdida
Pierdo la fe en el destino
desde que la aurora trasmutó a futuro,
a otros bosques sin espinas,
a otras latitudes sin horizontes.
Me pierdo en el frescor de los bálsamos,
de las estampas familiares,
en la ironía de los discursos,
en la era de los recuerdos.
Pierdo la fe en el pasado,
en las primaveras sin Praga,
en los obstáculos silentes,
en la rudeza del rubor.
Anudo la fiereza, fútil fantasma de colores,
a la entrega de amores juveniles.
Huyo de los cercenados asteroides
perdidos en libretos cinematográficos
y, me escudo en ti, cual barricada, endeble ilusión
de pasado.
Pierdo la fe en el destino,
mientras, tras el atrezo, desbordo
la fantasía de viejos enigmas.
Luces y ruegos
Dejo las huellas sin marcar el camino,
ruego de la luz vestigio de pobreza,
amores amados antes y después del diluvio.
Siluetas, vástagos, ilusiones.
Vuelvo a las huellas sin camino,
rincón de adorable paciencia,
tentáculo amable,
petaloide ingenuo,
trapecista, aborigen, vagabundo.
Dejo las huellas sin marcar la luz,
ruego del camino vestigio de pobreza,
cargo la cruz de amados amores,
noctámbulos rezos,
espuria benévola del alud.
El autor
Alexander Pascual Estrada
Poeta e investigador