Vértigos emocionales
«Muestro mis más oscuros deseos, esos deseos que los demonios invaden, que se convierten en cenizas y arden al tocarte. Castígame con tu pasión, pues tu cárcel es mi devoción.»
Una obra de teatro a medio empezar,
soldados con lanzas, lanzas que vigilan al sol,
esperando que la luna, sin aliento diga adiós.
Trajes de los años sesenta, sombreros de tul blanca,
tambores dando la nota, esperando a que tú salgas.
Función a medio terminar, aplausos que nunca acaban,
este viaje acaba de empezar, escribe sin miedo, lee sin pausa.
Escribamos juntos en esta fauna literaria.
Loca Palabrería, palabras de una loca y santa.
Juguemos a pensar, que estamos conectados,
lámparas sin luz, cirios bien tallados.
Sentados en butacas rojas, rojas de oro y paño,
observamos con sigilo, recreamos decorados.
Pensamos en cosas de la vida,
mientras actuaciones cesan al otro lado.
Hay abismo en mi interior
hechos de una vida anterior,
Legados de tiempos pasados,
Vivencias y ocurrencias.
Trato de no desvariar, en este mundo real
Pues llena estoy de fantasías,
sueños y algunas melodías.
Lánguido y superficial,
mira a la cámara con naturalidad.
Focos de antaño en mil colores,
tez oscura, vieja ropa y sabañones.
Letras esculpe, letras mal dichas,
es su pasión, pasión que la mente educa.
Muestro mis más oscuros deseos,
esos deseos que los demonios invaden,
que se convierten en cenizas y arden al tocarte.
Castígame con tu pasión, pues tu cárcel es mi devoción.
Rezos en un templo de arena y cal,
sillas que de un sitio vienen, y van.
Monjes se dejan ver, túnicas de blanca piel,
a donde tú vas, ellos regresaron alguna vez.
Loca Palabrería se deja embaucar,
por tus letras dispersas, letras que respetar.
Despliego todos mis encantos,
como flor de primavera.
Arranco ramas secas, para que tu puedas,
calmar mis impulsos, palabras tercas.
Brillo en lo más alto, como flor de primavera.
Fallezco en un hijo de vida sensata,
que con ganas de vivir se mata.
Audaz destino me depara el camino,
ligero equipaje, para tal cruel viaje.
Escribo mientras pienso, pienso mientras escribo,
bailo entre sombras, bebo de la uva el vino.
Serenos en la noche desgarrada
locos por beber agua y nostalgia.
En su lecho de muerte finge vivir,
y tras su cerrada mirada, su corazón intenta latir.
Esa cortina de humo que hay entre nosotros,
ese muro de piedra que yo esculpo.
Ni martillo de Thor, ni espada del Rey Arturo.
Tras ese cristal que apenas veo,
tras tus más sentidos deseos,
ruego un perdón pasajero,
derrotas ganadas a un frágil ventero.
La autora
Irene Zalba
Escritora